miércoles, 25 de julio de 2007

Alessandra





Él

De noche en el café, con cigarro fino en un bohemio-ambiente-melancólico, escuchando al trovador complacer mis oídos con las melodías que suenan a ella… seguido de un par de margaritas y cócteles fuertes al honor del amor que se fue, rodeado de un par de jóvenes en las mismas y parejas en ese momento perfecto del beso. Heme ahí, sentado en la mesa del centro con un aparente rostro de total abandono y atrapado en el triste recuerdo inhalando el aroma y humo del tabaco. En serio la música no deja de hablar de ella… Juro que mi intención no era dar la pretenciosa y hermosa estampa. No era así, yo en realidad esperaba a una amiga, y sí, recordaba a Alejandra constantemente pero no sentí la necesidad de sumirme en la depresión post-rompimiento tan clásica entre las personas de siempre, ese ¿porqué tuvo que ser así?, como supuestamente aparentaba con ese lindo cigarro en la mano y los ojos opacos, que cambiaron su dirección súbitamente a un punto mucho menos tristón, las piernas de Mina cuando llegó con una inquietante minifalda. Me costó trabajo aceptar que quien estaba sentada delante de mí era aquella tímida chica que a veces se sentaba a escucharme hablar por horas en la preparatoria, una amiga más, de las que habitualmente gustaban de escuchar los enredos amorosos de gente au-to-com-pli-ca-da, como yo, ya fuera por la necesidad de saber o imaginar que eran ellas quienes protagonizaban los relatos. Ese día me encontraba tan solo, que de entre las viejas direcciones y teléfonos decidí llamar a Mina, la pequeña, dulce y comprensiva jovencita que soportaba escuchar mis reproches y alabanzas al cruel destino cuando tenía desatinos y aciertos de índole romántica y no tan romántica, escucharme cuando estaba bien, tomar mi mano y aconsejarme cuando me sentía mal, pero siempre en el plano de amiga-paño-de-lágrimas o amiga-celebrando-me. Mina… qué dulce nombre, qué exquisita presencia…





Ella

Joan…Tenía el pelo negro, como callejón oscuro, los ojos de color marrón claro, su piel era muy clara pero, cómo decirte, con un toque de color delicioso aunque cuando se sonrojaba se notaba muchísimo, sus labios eran delgados y finos, sus cejas un poco tupidas. Siempre olía a vainilla, hablaba muy rápido cuando yo lo hacia enojar, me decía Zazil cuando lo desesperaba. Jugaba con una moneda muy vieja, de las que había antes de la Revolución, siempre la pasaba entre sus dedos cuando se aburría. Todo lo lindo que pasó, fue de noche. Nunca nos veíamos de día y nunca en el mismo lugar. A veces era en mi casa, a veces en la suya y otras en el jardín. Siempre con él era de noche y me despedía al amanecer.



Entonces, él sólo… se fue. Fue de vacaciones, no se a dónde y ni supe que se iba hasta un día antes. Él me dijo que iba a regresar pronto. No lo hizo. No lo he vuelto a ver, pero sé que se hizo una cicatriz por mi culpa. Un día cayó de una barda y se le quedo el recuerdo en la rodilla, en una carta me dijo que al caer, pensaba en mí…





Él

He platicado con Mina por horas y hemos reído, fumado, tomado ya varios tragos, coqueteando… esa estampa hermosa y pretenciosa, esa sí es mi estampa. Ocurre que el tiempo no se congela, pero los ojos de Mina si y están dispuestos a mí. Nunca había notado ese lunar debajo de su nariz, nunca había sentido unos dientes tan filosos…Nevermind.



Pero…



¡Esa mujer! ¿Qué derecho tiene de invadir el placer de los labios de Mina? ¿Qué privilegio le permite destruir el momento en el que el cuerpo de la chica tiembla por el fuego de nuestro abrazo? El momento perfecto del beso ¿Por qué? ¿Por qué no me lo puede permitir aún? Porque no me lo puedo permitir aún. Por-que- a-un-no.



Es triste ver alejarse a Mina, en el acto furioso de marcharse. Es dolorosa la marca del rasguño de gata, en mi mejilla…Ella se va, ofendida cuando en sus oídos, bailando nuestra canción, sintiendo el Grande Amore, he murmurado dulcemente, oliendo su cabello, sin pensar en realidad… mi peor error…



-¡No hay mujer más hermosa, mas linda, mi femme fatale, mi princesa! Alessandra…





Ella

Tú no tienes nada que envidiarle. En serio lamento hablar tanto. De hecho tú preguntaste sobre él ¿Sabes? Es un modo de cerrar mi pasado y creo que…no lo extraño ya. Hay algo que nunca le pregunté, no perderé tiempo esta vez ¿Me amas? ¡Genial! Después de todo, contigo aquí en mi lindo jardín, en mi linda noche, después de besarnos…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias, muchas gracias por hacerme mi cuento, no tengo palabras para agradecerte, solo, en verdad gracias. Me ha gustado mucho, me ha encantado, gracias por no matarlo, muchas gracias por respetar lo que de verdad pasó, Dios, no imaginé que te quedaría tan bien, pero de verdad, gracias, muchas muchas gracias. Ich liebe sie, dew.