domingo, 2 de mayo de 2010

Carta para una chica, una que nunca entregué



Una canción de Hello Seahorse! dice;

“No tengo voz para decirlo. Por eso vengo y te lo escribo”  

Se llama “Bestia”. Mi canción favorita de hace un mes.

En un mundo paralelo del cual tú no tenías noticia, eras la novedad de mis martes y jueves y lo que esperaba todos los días de la semana. Cuando despertaba estos últimos meses enumeraba las razones por las cuales tendría que ir a hacer las cosas que debería de; no decepcionar a mis padres, conocer nuevos lugares, gente y datos de los que yo no tenía idea. También por querer verte leer un rato. Que me restaras puntos y sentir que mis vicios se hacían pequeñitos cuando estaba ante ti. Procurar no fumar cerca de donde andabas. Quería verte reír, porque siempre ha sido algo interesantísimo. Quería tratar de descifrarte. Des-encriptar  a mi conveniencia la manera en que me veías. Disfrutar de los  pocos ratos en que estábamos a solas, aún en completo silencio.  Tú, la siempre abstraída.

Mis amigos me reclamaban que pasaba mucho tiempo contigo. Incluso no les agradabas mucho a un par de ellos.  Y a pesar de eso, a mí los días se me hacían particularmente cortos.  Buscaba canciones que hablaran de ti y las ponía de despertador; las escuchaba en la tarde y en la noche. Leía cuentitos cursilones, conocí nuevas formas de fotografía evocativa, leí cosas de las que pensé que podría hablar contigo si se prestara la oportunidad, lugares que visitar, pensé en un viaje no tan lejano ni planeado que hacer y convencerte de hacerlo aunque no te dieran permiso (sólo por salir y aventurarse)

Quería encontrar un nuevo modo de disfrutar las cosas, tomar un nuevo y refrescante sabor de soda-mágica-musical sin marca registrada. Me gustaba pensar en las cosas que tú podrías estar o no pensando. En la cantidad de libros que leerías en un mes y admirar todo lo que haces en un solo día y lograr sonreír al día siguiente. Me sorprendía la manera en que analizas las palabras, los gestos de la gente.  Cómo es que a ratos te paras a interpretar hábilmente el mundo a palabras, o a veces lo parafraseas. Me deleitaba lo bella y elegante que eres incluso sin proponértelo conscientemente, de cómo lo acentúas con tu mirada terriblemente profunda, incluso disfrutaba de las veces que te escuchaba tararear una melodía vagamente, de lo humana que seguías siendo y ser feliz al saberlo. Por mi parte trataba de ser galante de vez en vez. Hasta me hice al habito de lavarme el cabello a diario (es lindo y hasta saludable) Logré dejar ciertas malas  y destructivas memorias que ya no me servían  de nada (aunque es verdad que quizá no las peores manías), lo cual logró que replanteara incluso mi inspiración literaria. Algo de mérito tiene tu influencia en varias formas. De hecho me siento mucho más vivo que hace medio año, más o menos el tiempo en que te volví a encontrar.  Yo buscaba situaciones-extranjeros-paisajes para compartir contigo, un nuevo brillo. Porque me temo que ingenuamente me estaba enamorando de verdad. Vivía en esa burbuja tan linda y frágil, tan irreal a la vez. Con la certeza de que no lo imaginabas. Con la esperanza de que sí. Ni tú me desmentiste y ni yo te dije nada.

Pero esta no es una carta de amor, aunque no quería quedarme con las ganas y tener que callar para siempre esto que sucedía en mis días.  Sabía, pero no me interesaba,  que llegaría el punto del desengaño. Era genial vivir esos días ignorando las señales de cuando te incomodaba con mis torpes frases, de las poco apropiadas insinuaciones. Supongo que no quisiste verlas. O quizá crees que no soy sincero. Pero, como dato innecesariamente explicativo, hace tiempo que no miento en cosas así.

Y luego un día te vi con tu novio. Y aunque eso no significara nada, pude observar tu mirada hacia él. Sentirla y repasarla. También la reciprocidad de la misma. Y fue explícito. Quisiera decir que sospechaba eso, que era obvio en los días anteriores parecías inusualmente distraída. Pero no fue así, para mi desilusión.

Quizá eso siga para ti sin ser suficiente para que sepas porqué me porté tan seco estos días, algo que justifique mis acciones.  Tal vez sean demasiado egoístas, pero después de todo, a veces uno comete errores de este tipo.

En verdad lo siento. Lamento que esto haya afectado mi relación contigo estos días y que me cueste un poquito  tratarte igual que como siempre durante un tiempo.  Fui estúpido  al no pensar que esto me podría suceder.

Pero no te voy a pedir perdón personalmente, porque  aunque yo solito fui a herir (en tu honor) mi corazón y  orgullo, solo me queda hacerme el terco para no ceder ante algo que a mi parecer, no necesito explicar más ahora.  

Pasó tiempo y ha sido el suficiente para mí, tanto así como escribir esto sin esperar que lo leas. Y si lo llegas a hacer, que lo creas ya es cosa muy tuya.  En ocasiones las cosas que vemos se convierten en paisajes engañosos, en situaciones sin sentido que adquieren el mismo sólo por terquedad propia de uno mismo, es como cuando buscamos agua en el desierto y creemos verla. (Y si uno no para un momento a sacudir la cabeza con las manos, se muere.  Con todo y sus ilusiones)

Aunque…

De verdad agradezco al destino que esta situación haya sucedido.  Digamos que me ayudó tanto como descubrir la hipnosis, a aprender  y re-aprender ciertos aspectos arduos de la vida. De alguna u otra forma me sigues enseñando cosas importantes, de esas que uno aprende en treinta segundos.


Por demás…

Ciao Bella! 

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