martes, 11 de marzo de 2008

Carta Melosa Nº 29




Haces bien en quedarte.

Lo haré, sabes que lo haré: te pediré que me dejes estar, sólo estar. Y al mismo tiempo nos quedamos.

Los fines de semana son el pretexto. El ser ahí es la premisa. Pediremos una canción para los que hablan de amor, de las tan pocas que existen cuando se necesitan. Cantamos juntos un par de noches. Desafinados, pero con la intención de quedarnos en la tablita del será o no será: es un juego de paz-ciencia.

- Te amo - digo.

- Lo sé - callas.

Pero el punto es el qué hacer. Qué se hace cuando el cariño es correspondido, nunca lo supe, nunca lo intenté.

Y te inventas. Una y otra vez retocas tu cara, tus labios y la señal que despides cuando nos tomamos de la mano y nos deslizamos por las calles: condescencia, impaciencia, alegría, indiferencia, alegría, furia. Y siempre estás en el borde aunque no me lo quieres hacer ver. Es divertido fingir la ausencia de ése conocimiento, porque me hace ver inocente, ingenuo e inexperimentado: virgen a las pretenciones de nuestras bizarras mentes.

Tu inegable sensualidad es la culpable del desvario. Rompe la armonía que quize tender alrededor de la sinfonía de nuestra danza. Y debo admitir que lo hace en todas las inaturales relaciones entre hombres y mujeres. Pero en nuestro caso, cariño; era justo y necesario. Ya me estaba tardando.

Hemos pintado un par de cuadros. Hemos escrito un par de historias y realizado locuras azules y rojas, moradas y sepia. Nos hemos desconocido tanto como para pensar que te conozco bien. Que me conoces, tal vez, mejor de lo que crees. Y no me arrepentiré.

He tratado de explicar el sentir de tí y de mí, en los aires ambiciosos de adivinador de feria que me doy y enfrento a los misterios de mi mente. Y termino humillado, vapuleado por los pensamientos histéricos que protejen el secreto del enamoramineto. Me deján en un sin-por-qué.

-¿Qué te vi?- pegunto.

- Todo y nada – respondes en mis sueños preferidos.


Y me quedo con la duda saliendo por el vaho de mi aliento. Y solo siento la explosión de júbilo en ese momemonto, en el que escondido tras las flores dibujas sin queres una sonrisa al verme.

Camino franco y hecho un lío hacia ti. Y despierta la certeza de la vista:

Y la próxima vez que me veas, te amaré. Y la última vez que te ví, te amé. Y desde la primera vez que nos vimos; te amo.

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