lunes, 30 de abril de 2007

Caso 2: Noctámbulos.

Este cuento es la segunda parte de mi próxima serie "Jóvenes Amores Postmodernos" que tendrá 4 piezas, irrelevantes todas, pero muy importantes para mi.

Para Lupita y los chicos rusos.

Caso 2: Noctámbulos.

La discoteca vibra con un ritmo que impulsa la danza frenética de los presentes, no importa cómo, pues el ruido dicta hipnotizante los movimientos y la cadencia que suprimen prejuicios. En la pista las luces marean a la chica que intenta observar a la silueta más cercana, un muchacho dulce-no-sabe-bailar a pesar del rudo piercing que brilla en su ceja.

En la oscuridad y en súbito parpadeo de los estrobos que cambian de color violentamente el ambiente, llega a propagarse un espíritu desinhibido pues es sabido que a oscuras todos los gatos son pardos y ese antro quimérico instiga a sumergir el cuerpo en el torrente de sonidos, a hacerse uno con las vibraciones del lugar, un vaivén tutifruti. Algo maligno se apoderó del lugar, pues a nadie le importa la realidad en ese instante, el DJ es un hechicero en la tornamesa, el Universo se reinventa para la gente en el ritmo de los cuerpos… El viaje del beat esta por terminar y la primera en notarlo es Lupita cuando cae al piso por una ráfaga de luces que dilatan abruptamente sus pupilas agudizando el vértigo obtenido al ver al chico-fresa-pero-sexy-del-piercing. Toma su tiempo, el piso también vibra y las luces son menos ofensivas, Lupita piensa que es una bonita noche a pesar de estar ahí sola, inerme en la pista donde nadie la nota, nadie la molesta y ni lo haría, solo cierra sus ojos y grita-tararea extasiada la melodía en curso con su cabeza, derramada y cómoda en el suelo.

Adán la observa, ya fuera del trance del DJ desde hace un par de segundos y se empieza a sentir ridículo ahí, empapado en sudor con los ojos puestos en lo que alcanza a ver de la chica del piso. Es lo que necesita, a esa mujer feliz del suelo. Apaga su cigarrillo y sigilosamente se acerca a través de los frenéticos movimientos de jóvenes insolentes, hay que evitarlos por su propio bien y por el de ellos, pues si despiertan al mundo rebajarían su actual estado de dioses del baile a solo niños confusos.

- ¿Estás bien? – Dice Adán frunciendo el ceño, aunque nadie lo notara entre tanto destello.

Lupita escucha un ruido lejano del suelo, abre sus ojos con menos problema y ve pero no distingue al niño-dulce-de-la-perfo diciéndole algo - ¿Qué dices?- .

Lupita y Adán se sientan en una mesita en la que espera el vodka con jugo de uva para los dos, sumidos ambos al fondo músico-ritual envolvente. Las risas forzadas son obvias, no se sienten cómodos ahí, saben que cubren un preámbulo necesario para pasar a donde, sin hablar mucho, propondrán un rápido y dudosamente satisfactorio juego. Están obligados. Las señales subliminales se cruzan en el aire, la torpe conversación carece de sentido, es el momento. Independientemente de lo que sientan en el fondo, saben que la libido debe imperar en los minutos próximos y los jóvenes se auto convencen al escuchar que en las palabras se del otro se concibe una idea igual.

Lupita propone –Vamos a mi depa -.

-No, aún es temprano, la noche es larga.- excusa Adán recurriendo al más apropiado cliché que imaginó para el momento, sabiendo que su verdadero motivo es el secreto de que mientras más retardes un momento placentero más excitante será la experiencia, pero impaciente ya por besar a la chica sentada a su izquierda, la atractiva silueta que apenas logra distinguir.

Las copas bebidas ejercen algún tipo de efecto, si no afrodisiaco, provocativo. La pareja baila-seduce en disminuida cadencia y un arrebato de lujuria conduce a Adán para ceder y llevar a Lupita a una cabina VIP de la discoteca (previo pago de derecho), atrancar el muro corredizo que hace de entrada y elevar la temperatura del romance-por-una-noche. Lupita parece no molestarse en nada ya, desea el encuentro fortuito y liberador que diseñó por semanas, cuando al saberse abandonada por su sueño, rompió una muy importante promesa.

Tumbados en el diván del la sala, por encima de la ropa, las caricias-nerviosas-premeditadas logran el efecto buscado. Los jóvenes se ausentan ahora del sitio donde están, juegan a lo que el instinto les dicta, con torpezas y modales que creen apropiados por ser inexpertos, pero con la pasión que requiere el acto, sintiéndose ambos cada vez más familiarizados con la dimensión del amante de enfrente, del objeto de deseo elegido al azar que supone no compromiso a posterior encuentro. Ahora lo importante es satisfacer una necesidad creada a partir del cansancio de la espera...la lucha contra la cotidianidad, Lupita y Adán tienen algo importante en común.
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En la negrura de la noche, un automóvil con las luces apagadas y un avance inaudible, toma la desviación al antro de moda, donde se reúne por las noches el grupo de los jóvenes-hijos-de-importantes. El sigilo del auto, que ahora se logra distinguir como una pequeña furgoneta, es casi total. El edificio solitario en la lateral de la carretera con su fachada lisa y cuadrangular, invita con un juego de luces discretas a pasar al misterioso recinto. Nadie notó el momento en que el vehículo paró su motor en un lado no iluminado del estacionamiento y de él salió un grupo de siete individuos cubiertos por gabardinas largas y negras. Nadie más hay afuera, parece que los que tienen que estar ya han tomado su sitio en escena, el momento es el preciso. Siluetas altas y fornidas, se mueven cuales sombras a través del estacionamiento, paran unos segundos, se agachan, dejan una cajita en determinado sitio y siguen su movimiento. Un par de minutos después los hombres-sombra, con el mismo avance que parece ser de un fantasma apresurado, toman camino a la discoteca; dos van por atrás del recinto, otro trepa al techo por medio de unos pequeños aparatos con ventosas que se amoldan silenciosa y perfectamente al muro lateral y los otros cuatro se dirigen a la entrada principal. Ningún empleado del lugar notó a los asaltantes hasta que el primer cadenero de la entrada cayó muerto por un certero y limpio disparo del francotirador del techo, sorprendiendo a sus acompañantes que apenas logran expresar su terror y sorpresa, cuando de la misma rápida y siniestra manera, son fulminados por disparos silenciosos provenientes de las armas de hombres que avanzan desde el frente.
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Una sensación enorme de confusión paralizó a la pareja dentro del cubículo. No saben si por el repentino estallido de gritos, los sonidos que se interpretan como disparos de armas furiosas, la oscuridad prolongada, amenazas vociferadas en un tono cortante, silencio largo, más órdenes y amenazas y un leve murmullo que cambia abruptamente el ambiente de antro por otro totalmente distinto, uno muy incómodo; forzado. O bien, por el hecho de haber reconocido a la persona que con tan improvisada pasión llenaban de besos y caricias.

Adán observa atentamente el rostro de Lupita, ella no ve nada, acaba de perder la noción de la verdad por esta vertiginosa corriente de sucesos que cambia totalmente sus planes para la noche, ve para sus adentros unos segundos más hasta darse cuenta de que sigue encima de Adán, tumbados en el diván dentro del oscuro cuarto en el lugar que hasta hace unos minutos servía como santuario de la moderna ilusión. Lentamente se separan, Adán viendo el rostro de Lupita (lo que logra distinguir en la oscuridad) y ella huyendo de esos ojos, que sabe, la examinan aún en la penumbra. Los jóvenes se mueven cada uno a un rincón del cubículo, las esquinas contrarias cerca del delgado muro corredizo por el cual se llega a escuchar la respiración de los ahora cautivos silenciosos en la pista de baile.

Una voz profunda, en tono firme y tranquilo, inunda el lugar. Un hombre, el más alto de los tres que sostienen bengalas, da una serie ordenanzas y señalamientos, como si fuese anfitrión de un nuevo evento, una especie de juego desagradable, que anuncia con un dejo de complacencia. /- Nadie intente algo estúpido-/- No intenten contactar a nadie fuera de este sitio, de todas maneras es poco probable que lo logren; nos hemos asegurado de bloquear señales y vías de comunicación. Las salidas están bloqueadas, tenemos el control sobre cada uno de ustedes, sabemos que hay 163 personas aquí, pero solo por formalidad los contaremos uno a uno. Muy buenas noches…- Esa voz suena con un eco que remarca a lo largo del espacio un triunfo seguro, de esos que rompen mundos y cambian Universos.

Las luces del edificio se encendieron a una leve potencia, ambiente ambarino… Adán y Lupita, hechos un ovillo cada uno en su rincón del cuarto, sienten que el silencio después de las palabras y la persona que tratan de distinguir a corta distancia son exactamente lo que no desearían para este momento. No es miedo lo que sienten, es una inquietante inseguridad lo que mantiene a los jóvenes inmóviles. No son personas acostumbradas a perder el control de sus actos ni de las consecuencias que implican estos... aunque recuerdan que eso ya les había pasado, en otro tipo de lugar y en circunstancias distintas.
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Adán recorre el pasillo con su libreta bajo el brazo, con la mirada puesta en el techo enmohecido donde no encuentra esa forma que descubrió en otra ocasión, la sombra de lo que piensa, es un águila. Era normal esos días que saltara las horas de clase, ya fuera porque no soportara el estupor del salón, la cotidianidad o porque adoraba el tiempo que podía estar solo escuchando sus propios pensamientos, a los que no solía poner demasiada atención en otro entorno mas que en ese pasillo a las horas de clase . Adán abandona la búsqueda y piensa cosas interesantes, tanto en su apariencia como en el futuro para alguien como él. Pasa con su gesto ausente por enfrente de las ventanas de los salones, profesores y alumnos lo perciben como de costumbre sin prestarle atención, saben que el muchacho en realidad observa su reflejo en las ventanas polarizadas. Adán ve su rostro nítidamente, sigue caminando y los muros de un salón a otro en el camino interrumpen su admiración, luego se vuelve a encontrar en la ventana siguiente, así hasta el final, en donde se encuentra la salida del edificio y decide regresar a su aula. Empieza otra vez a observarse en las ventanas, retornando al sitio donde empezó su recorrido, exactamente como lo planea y en un momento estará ahí en el salón.

- ¡Oye, espera! Se te cayó esto… ¿Escribes poemas?- La voz hermosa interrumpe en los pensamientos de Adán. Lupita recoge la libreta abierta de Adán y empieza a leer en voz alta.

-“Tengo en mi poder tu nombre:
cifra lunar, as bajo la manga,
para salir al día y no caer.
Tu nombre, dimensión de luz,
talismán contra tormentas.

Lo digo para protegerme
de la certeza de mi muerte.
Lo digo y salgo a caminar,
avanzo blandiendo tu nombre:
tatuaje mágico, divisa.

Aunque lo dudes: tu nombre
es cuerpo del mundo,
verso solar, medida exacta,
única certidumbre de la voz.” …. ¿De quién hablas?- En el instante en que pronuncia las palabras las mirada se entrecruzan. Ese par no sabe lo que siente: ¿Miedo? /- lo deje hace tiempo, no…no es eso.-/ ¿Tristeza? /- no se le parece, es abrumador, me lo recuerda…/ ¿Amor? /-¡imposible!, ¿imposible?-/…

- ¡Magia!... yo lo copié y es sobre magia, de ella habla el poema.- Dice Adán sin creerlo en ese instante en que empieza a perderse en la silueta de la chica que le entrega la libreta /-No recuerdo haberla tirado…-/. – ¡Hey, Romeo! Mis ojos están en mi cara- Y Lupita recibe un impacto al sentir la sorprendida mirada del chico con gesto indescifrable. Ha perdido el habla. Definitivamente ninguno de los dos sabe que hacer, esta sensación de alerta… en donde un paso más allá o la falta de cualquier detalle, podrían ser fatales, congelados en un intercambio de miradas como si estuviesen observando a un tigre que está a punto de lanzarse a matar /-Adoro esto… como sea que se conjure-/, han perdido la percepción de su alrededor y lentamente su conciencia se concentra en una sola acción íntima, de la que se preguntan sin respuesta, tal vez inspirada por ellos o por un ente perverso.

El beso en el pasillo fue el inicio de una relación peculiar en la que no hubo regla o aclaración que estableciera un compromiso o la falta de tal, en la que a veces sólo eran amigos, sólo eran enemigos por frivolidad o solamente eran amantes. En la piel de su alma se notaba que eran felices por creer haber encontrado a la persona ideal, aquella que cuenta con todo lo que uno imagina cuando sueña a la otra mitad, el ser con las mismas tramas de uno mismo, que canta la misma canción en las tardes de lluvia… Un día se dieron cuenta de eso /-No, no debe de llegar, debo de hacer algo antes de que piense sentirla, romper mi Magia, no debe ser-/. Dejaron de hablar, luego de verse, luego de encontrarse. Un lunes, Lupita recibió un mensaje: Adán se fue de la escuela. No le sorprendió.
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El vigía del techo escucha justo lo que no quisiera escuchar /-Lo deseaba desde el inicio.-/, se aproximan sonidos de sirenas. Algo salió mal en el plan, pues los aparatos en el estacionamiento bloquean la entrada o salida de señales de comunicación en el perímetro de la discoteca, nadie sabe que están ahí. Como fuera que hubiese sucedido, ya no importa… No quiere imaginarse /-Disfruta el miedo…-/ lo que se verán obligados a hacer él y sus compañeros por esa causa que ni siquiera puede explicarse a si mismo. Debe dejar su puesto, no puede comunicarse con los otros al seguir bloqueada la señal de su móvil, va a buscarlos mientras logra distinguir a lo lejos un mar de luces y ruido tomando el mismo camino que había recorrido sigilosamente otro vehículo unos cuantos minutos atrás /-La vida corre en sentido contrario… hermoso-/.

-Tenemos un cambio de planes, estaremos rodeados por la policía en unos pocos minutos, así que lamentamos comunicar esto /-¡Sublime!-/: Cada hora que pasemos encerrados aquí, tomaremos un rehén y lo fusilaremos, si la policía no cede a nuestras exigencias nadie saldrá vivo de este lugar. Si alguien quiere jugar al héroe, tenemos fuertes dispositivos explosivos, dentro y fuera del recinto, suficiente para volarnos a todos en caso necesario.- /Por favor, no intenten nada estúpido...-/.

Los asaltantes se apostan en las salidas de la discoteca, con la certeza de que ésta podría ser su última noche vivos. Sin ninguna alternativa morirían luchando por sus ideales y de los siete captores, cinco quieren llevarse algunos muchachos de compañía al Infierno, donde le explicarán al Diablo porqué tomaron la radical determinación que les ayudaría a cambiar su vida, mientras en la tierra de los vivos, seguramente los medios de comunicación analizarán a fondo la vida de cada uno de ellos… habrán logrado parcialmente su objetivo. /-Vencimos-/.

Dos de ellos empiezan a merodear el edificio entrando a todas las salas, sacando a algunos infelices que seguían escondidos, algunas veces usando la amenaza de un disparo. En la pista donde concentran a todos los rehenes, algunas mujeres lloran aturdidas y angustiadas, también algunos hombres, mientras el tiempo sigue corriendo.

En un pequeño cuarto aún sin registrar por los secuestradores, Lupita y Adán buscan palabras con sigilo, aislados por la endeble pared corrediza, indiferentes a ser encontrados mientras escuchan voces cada vez más cercanas, ruidos extraños… (Llegan ya las patrullas de policía con el estruendo de las sirenas, salen armados hasta los dientes) No se mueven, en la luz débil del lugar la pareja es un incierto ornamento, las estatuas de un par de chicos que se mantienen una mirada sorprendida (Los oficiales de policía aseguran la zona y a lo lejos se distinguen las luces de un par de helicópteros). Algo retrasa a los merodeadores adentro de la discoteca, una chica entró en crisis y empezó a gritar lastimeramente, impacientando a los rehenes (Los oficiales se forman fuera de la discoteca, rodeándola por completo, los reflectores de los helicópteros alumbran el área y el ruido de sus motores taladra los muros) Rápidamente, uno de los captores toma por los brazos a la joven, la arrastra hasta una pequeña área despejada cerca de la entrada, en medio de más gritos y forcejeos, coloca a la mujer boca abajo, desenfunda su pistola, apunta a la nuca de la desgraciada (Un policía descubre un extraño objeto adentro de un poste de luz en el estacionamiento, mete su brazo, se estira para tomarlo…) – ¿¡Qué!?- exclama el secuestrador justo antes de jalar del gatillo, cuando el edificio se cimbra y se escucha una explosión fuera del edificio que provoca más gritos histéricos de mujeres al borde del colapso. (En el estacionamiento hay una densa niebla, la explosión no fue tan fuerte, pero borró a dos oficiales y deja claro que tipo de situación se presenta, ya no hay tiempo para discutir.) Lupita mantiene las cejas alzadas y los ojos gritando en vez de su boca, gritos de impotencia, de furia, de dolor, Adán no se inmuta, no hay más que hacer /-¡No!, espera, no quiero que termine aún, yo debo explicarle... hablar.-/ (De los helicópteros son arrojadas cuerdas y descienden más policías con máscaras extrañas que los cubren, cuando llegan al techo de la discoteca buscan el conducto principal de aire y le vierten un liquido que se vuelve gas rápidamente, entra a todas las salas y rincones del antro, sorprende a los captores…) /- No vamos a estar solos, no vamos a estar solos, no vamos a estar solos…-/ Los encerrados respiran e inhalan un gas con dulce aroma, algunos caen inmediatamente inconcientes, otros tosen un poco, luego caen, , los captores son presa del pánico, la nostalgia del viejo sueño que se esfuma, la gloria perdida. Ahora duermen, todos se desvanecen, todos… duermen /-… si morimos-/.
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El tiempo es espeso, la oscuridad del cuarto es en ocasiones interrumpida por destellos de escenarios en el pasado, lugares que sólo Lupita y Adán identificarían, los sueños más frecuentes desde que se separaron.

Ella sigue inmóvil, con los ojos en la misma dirección. No sabe qué es lo que logra ver en la forma de Adán ahora, no sabe qué es lo que pasa con el lugar, qué pasa con la gente y el mundo donde está existiendo. No tiene la certeza nada desde hace tiempo, oculta todo en el manto de su propia mentira, creyendo tener el control, durante un tiempo lo creyó pero…Todo se fue se fue con Adán.

Dejaba que se le fuera el alma entre gritos mudos, quejas que salían por su mirada enfocada a la persona tal vez menos esperada /- La más esperada-/, a la efigie de su nueva esperanza, que sólo estaba ahí, igual de inútil que ella, esperando algo que no tardará en pasar. Abren violentamente la puerta corrediza, ordenan con voz áspera y agresiva – ¡Salgan! – ninguno de los dos se mueve, no interrumpirán su conmoción por algo mucho menos importante que la probabilidad de perder la vida en ese instante.
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Le molestó el haber descubierto en Adán todos los errores del mundo, esos que son insoportables, los que uno tiene en si mismo, exactamente esos y no más… podría sobrellevarlo si se esforzaba, aún implicando el sacrificar su vida entera esperando que ya no importara que Adán escuchara la música de los árboles en las tardes de viento, que odiara a los temerosos, que no tuviera compasión con sus detractores, sus ojos eternos en los vidrios polarizados… Pero él solo se fue, como lo pudo haber esperado en un caso dado, sin discutir o dudar y sin decir adiós. Es cuando maldijo a Dios por encontrar a su otra mitad, el momento en que se preguntó porqué no lo hizo ella primero y tal vez se odiara menos, por ser tan estúpida y permitir que se fuera o no haber planeado un escape similar. Le surgió la duda de que si ambos se equivocaron en su muy acertada decisión solo por… No le agradaba el amor cortés, mucho menos cualquier concepto que incluyera un papel específico en una relación cualquiera, debía ser alguna clase de maldición la que cayó sobre los dos, o en caso de que fuera un sueño, sólo sobre ella; Lupita, la chica sin corazón. Antes era “cruel”, como le contaron un día, con todas las personas. Antes no encontró alguien que la comprendiera en sus desplantes insospechados, cuando sostenía una amistad y luego la ponía en duda al jugar con las reglas comunes para las personas cuando hablan o fingen ser amigos, cosas tan simples como no saludo, no pregunto, no te veo, sí te ignoro, ¡Juego contigo! ¿No lo entiendes? ... ¡No te vayas! Es una broma… ¡Es una broma!...es una b-r-o-m-a…

Después de que Adán se fue, volvió a encontrar lo que más odia en el mundo, esa maldita costumbre, rutina, tristeza, cotidianidad. Sin él, por las calles marchaban ejércitos al servicio de la monotonía; los grises, los cotidianos. Reconoció que en ocasiones algunos eran desertores que se aliaban a su bando y hasta se entregaban al mando de su voz, pero Lupita no encontró al permanente traidor a la cotidianidad, no encontraba a su Adán.
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La voz repite con mayor vehemencia -¡Salgan!- y un disparo centellea del arma del hombre con la gabardina larga y vestiduras negras, pero sin lamer con su hierro a nadie. La salva de advertencia es inútil, los chicos no se moverán. El hombre irritado, ocupa unos segundos en percatarse de que al parecer su presencia ha sido totalmente ignorada; a pesar de volver a repetir cargas en contra del diván de la sala, la pareja aparenta una permanente sorpresa inquisitoria, pero no miedo. No es tolerable, ellos son peligrosos… Camina con pasos pesados hacia la chica, tratando de hacer el mayor estruendo posible con su marcha como último aviso para obtener piedad del captor, que no pronuncia palabra. Adán percibe la sombra… poco a poco el ambiente empieza a ser asimilado y logra ver ahora que Lupita es arrastrada sin protesta por el piso de la sala privada, llevada al pasillo hacia la pista, untada al piso con su propia fricción, esta derramada con los ojos puestos en el techo, como cuando se reencontró con un extraño. El hombre apunta al pecho, los jóvenes no parecen reaccionar, es suficiente el insulto para incendiar su ánimo asesino. Lupita observa, alrededor todo detiene su marcha, el tiempo se enfría, transcurre pesado, cada segundo se convierte en una pequeña y melancólica eternidad, donde escucha a lo lejos la música de la tarde en algún lugar del mundo y puede parpadear y ver los hermosos cielos color vainilla de su hogar…Esa eternidad es suficiente para observar el centelleo del arma, deducir la dirección y reaccionar con calma. En su lento Universo, Lupita se levanta del piso con serenidad, sigue un par de segundos la trayectoria de la bala, la huele y percibe el azufre, apresura su paso y llega con Adán, derrama un par de lágrimas fortuitas que durarían por siempre si se lo propusiera, lo abraza, él sigue inmóvil… y por un momento dentro del infinito, siente el calor del cuerpo próximo, su sinceridad y entrega al mismo tiempo que al plomo penetrando su espalda, quemando-matando-rompiendo todo a su paso, dejando intacto a Adán y a su corazón.

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/- Me prometí esperarte, pasara lo que pasara… pero sabemos que nos es imposible, ni tú ni yo soportamos una costumbre por mucho tiempo… la cotidianidad. Te amo, ¡Pero no quiero olvidarte en medio de la costumbre! Pero yo…yo no puedo dejarte ir otra vez… Tal vez si lo intentamos…Sabes que nunca fue igual entre nosotros, es tonto si nos ponemos a pensarlo… ¿Crees que pueda durar para siempre? ¡Podemos hacerlo, seamos eternamente distintos! Amigos, enemigos, dioses, amantes… ¡Dime algo!-/.

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Desde donde está puede observar perfectamente el vasto y verde camposanto y cómo el ataúd es introducido a la cavidad de una nueva morada. Observa a la gente llorar y reír. Son sus padres, tíos, primos, maestros, amigos… algunos grises, otros multicolor; la vida es un claro oscuro… Él no está… ¿Dónde está? El ataúd baja lentamente mientras algunos amigos y conocidos empiezan a arrojar la tierra en la fosa que es adornada en un extremo por el busto de un ángel, con inscripciones doradas en la base y en otro con flores de todo color... No está él… ¿Dónde se metió? Una blanca luz empieza a borrar su perspectiva… ¡No, todavía no! No lo encuentro ¿Dónde…dónde…dónde… /-Despierta, despierta… ¡Lupita!/ dónde está?

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La radio decía apresuradamente como si no tuviera tiempo de aclarar, amontonando una frase sobre otra:

-“… un comando armado tomó las instalaciones del antro, previamente colocando dispositivos de seguridad y explosivos en las inmediaciones. El terror cundió entre los asistentes durante media hora y un par de oficiales falleció en el cumplimiento de su deber al accionar accidentalmente uno de los explosivos colocados en el estacionamiento, respondían a los nombres de…Un aviso anónimo alertó a las autoridades… La amenaza fue neutralizada por la policía utilizando un método de última tecnología, aprovechando las condiciones del sitio y haciendo gala de ingenio, introduciendo gas somnífero al recinto dejando fuera de combate a cualquier resistencia…luego de la llegada del escuadrón antibombas, se procedió a trasladar a los rehenes a hospitales de la región, se reportan cuatro víctimas, quienes laboraban en el sitio… los siete secuestradores están bajo custodia y esperando su proceso por los cargos de homicidio en primer grado, posesión ilegal de armas y privación de la libertad, por lo que podrían enfrentar penas de cadena perpetua… Más información en unos minutos…”-

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-¡Despierta!-. Dice la voz.

- ¿Dónde… estamos?-Y Lupita recibe un impacto al sentir la sorprendida mirada del chico con gesto indescifrable. Ha perdido el habla. Definitivamente ninguno de los dos sabe que hacer, esta sensación de alerta… en donde un paso más allá o la falta de cualquier detalle, podrían ser fatales, congelados en un intercambio de miradas como si estuviesen observando a un tigre que está a punto de lanzarse a matar /-Adoro esto… como sea que se conjure-/, han perdido la percepción de su alrededor y lentamente su conciencia se concentra en una sola acción íntima, de la que se preguntan sin respuesta, tal vez inspirada por ellos o por un ente perverso.

1 comentario:

r_e_f dijo...

Oh! Entonces también mandaste tu cuento. Genial. A ver como nos va.

Luego me doy unas vueltas más por acá... no vemos y suerte.